
ORBES EN LA NOCHE - LEYENDA URBANA DE BERAZATEGUI
El Parque Ranelagh, un conjunto de plazas y jardines, se encuentra junto a la estación que lleva el mismo nombre. Aproximadamente a cuarenta minutos en tren desde Plaza Constitución, este lugar ofrece un espacio verde impecablemente cuidado, con juegos y restaurantes para toda la familia. Es común ver a cientos de personas disfrutando del aire libre, practicando actividades, compartiendo mates o simplemente reuniéndose con amigos.
Este escenario idílico es conocido no solo por su tranquilidad, sino también por los misteriosos orbes luminosos que han sido avistados en el tramo entre las estaciones ferroviarias de Ranelagh y Villa España. Estos avistamientos han ocurrido durante los últimos años, mayormente en las primeras horas de la madrugada.
Los testimonios sobre estas esferas varían: algunos aseguran que se trata de hadas, seres maravillosos que irradian energía benéfica, mientras que otros las comparan con la temida «Luz mala». Intrigado por el misterio, decidí tomar el primer tren hacia el lugar.
Al llegar a la estación de Villa España, el sitio me transmitió una paz palpable. El trayecto entre las estaciones, de unas 18 cuadras, está conectado por la avenida Luis Agote, una calle recientemente asfaltada bordeada de árboles y espacios abiertos. No tardé en conseguir algunos testimonios sobre los orbes luminosos:
Ignacio: «Vi las luces. Incluso les saqué una foto, pero no la tengo a mano. Mi viejo dice que es un error de la cámara, pero yo no lo creo.»
Marcos: «Esas luces son hadas pequeñas. Una vez vi una de cerca y juro que tenía un rostro y brazos diminutos.»
Lucía: «Las veo seguido, siempre alrededor de las tres de la mañana, cuando me despierto. No creo que sean nada bueno.»
La zona fue asfaltada hace unos años; antes, las calles eran de tierra. Además, hace unos ocho años, una niña desapareció en el área, aunque el hecho fue tan extraño que no se conservan muchos registros. Lo curioso es que los avistamientos de luces aumentaron tras la pavimentación de las calles. Esto me llevó a considerar que estas criaturas mágicas pudieran estar perturbadas por los cambios en su entorno.
Más tarde, mientras revisaba algunas fotografías de orbes luminosos en una confitería cerca de la estación de Berazategui, una camarera se acercó y me confesó:
Martina: «Esas son hadas, ¿no? Recuerdo que una de esas luces apareció en la ventana de mi habitación. Pude ver el rostro de un hombre muy extraño dentro de la luz. Para mí, era una especie de hada.»