
EL HUÉSPED NO DESEADO - RELATO PARANORMAL
El siguiente relato es una transcripción fiel de una conversación que mantuve vía Skype con Alejandra, quien hace un tiempo se puso en contacto conmigo para contarme una experiencia paranormal que vivió en Buenos Aires, cuando por razones de estudio y trabajo decidió alojarse en una antigua pensión de la Capital Federal.
Entrevista
—¡Buenos días, Alejandra! ¿Cómo estás?
—Buen día, Matías. Estoy bien.
—Me comentaste que hace unos años viviste una experiencia sobrenatural bastante intensa. ¿Podrías contarme de qué se trató?
—Hace algunos años tuve que mudarme por cuestiones de trabajo y estudio. Lo más adecuado para mí fue quedarme en una pensión. Era una casa antigua, pero bonita. Me asignaron una habitación grande con cama, una pequeña sala y baño privado. Al principio, todo parecía perfecto. El primer mes transcurrió sin problemas, pero luego comencé a escuchar que alguien me llamaba por mi nombre, como un susurro, aunque no había nadie. Al principio no le di importancia, pero con el tiempo se volvió más frecuente. Preguntaba si alguien me había llamado, pero no era así.
Los dueños de la pensión tenían un perro, que rápidamente se encariñó conmigo. Noté que, cuando escuchaba el susurro llamándome, el perro también giraba la cabeza hacia donde venía el sonido. Ahí empecé a darme cuenta de que lo que ocurría no era normal. Una noche, ya dormida, me desperté y vi una silueta paseándose por la habitación. Pensé que alguien había entrado, pero fue solo un segundo. Me asusté, claro, pero volví a dormir. Días después, vi de nuevo algo: una mujer estaba sentada en uno de los sillones de la habitación y, de repente, desapareció.
Le conté lo que me pasaba a los demás huéspedes, pero no le dieron importancia. Me decían que tal vez era mi imaginación o un sueño. Llevaba mucho estrés por el trabajo y las clases, estaba sola, lejos de mi familia y amigos. Pero decidí armarme de valor y no dejarme intimidar. Sin embargo, los sucesos continuaron. A veces llegaba a olvidarme de todo, hasta que la veía de nuevo. La silueta comenzó a aparecer cada vez más cerca de mí, incluso de pie al pie de la cama. Una noche, mientras me acomodaba para dormir, la encontré a mi lado, de pie, mirándome. Su cabello estaba desordenado, inclinado hacia mí. Fue la primera vez que grité de miedo. Todo pasó en segundos, pero fue aterrador.
Empecé a hablarle, le preguntaba por qué me hacía eso o qué quería, pero no obtenía respuesta. Lo peor llegó cuando una noche, algo me golpeó fuerte en los pies. Sentí una mano fría que me golpeaba, y allí estaba ella, de pie al lado de la cama, mirándome antes de desaparecer. Esa fue la gota que colmó el vaso. Le conté todo a un sacerdote, y él, al escucharme, creyó en mi relato. Logró que le permitieran bendecir la pensión, y después de eso, me asignaron otra habitación. Afortunadamente, no volví a ver a la mujer. Pocos días después, decidí irme del lugar. Nunca supe por qué me pasó esto o qué buscaba esa presencia, pero jamás olvidaré la experiencia.
—¿Esa fue tu primera experiencia con lo sobrenatural?
—No, ya había tenido otras. Desde los 8 años experimento cosas de este tipo.
—¿Dónde estaba ubicada la pensión?
—En la zona de Humberto Primo y Bernardo de Irigoyen, en Buenos Aires.
—¿Cómo era esa entidad? ¿Podrías describirla?
—Era una mujer alta, de cabello largo y negro, muy despeinado. Vestía un camisón blanco con encajes que le llegaba hasta los tobillos, y las mangas cubrían sus muñecas. Parecía alguien de otra época.
—¿Siempre estabas sola cuando se manifestaba?
—Sí, nunca había alguien más presente. Solo el perro estuvo en algunos momentos cuando escuchaba que decían mi nombre.
—¿Qué sentías cuando la veías? ¿Aparecía en algún momento del día en particular?
—Me daba miedo, pero también enojo. La percibía como algo acosador. Las voces comenzaban alrededor de las nueve de la noche, y solía verla en la madrugada, cuando despertaba de golpe.
—¿Cómo enfrentaste la situación?
—El sacerdote me ayudó mucho. Charlé bastante con él después de la bendición. Me explicó que no todas las personas experimentan esto, pero que yo, desde muy chica, tengo una especie de «sensibilidad» que me hace más propensa a estos fenómenos. Aunque muchos saben de la existencia de estas cosas, prefieren no hablar de ellas.
—¿Has vuelto a tener algún tipo de roce con lo sobrenatural?
—Hace tiempo que no. Pero nunca puedo saber si esto ya terminó. Por lo demás, llevo una vida normal.