Cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios.

Sábado, 8 de Febrero del 2025

MUERTE EN LA NOCHE DE LANUS

MUERTE EN LA NOCHE DE LANUS

Los hombres intentan purificarse manchándose de sangre. Es como si, después de haberse ensuciado con barro, quisieran limpiarse con más barro.” (Heráclito de Éfeso)

Los últimos fríos del invierno se resisten a ceder ante la llegada de la primavera. Los días se alargan, y cada uno ofrece más luz que el anterior.

Lanús, el barrio que me vio nacer, esconde misterios en sus calles y en sus habitantes. A pocas cuadras de mi casa, me detengo frente a una vivienda sencilla que destaca del resto. La casa, pequeña y descuidada, parece olvidada. Un jardín abandonado la separa de la calle. Los pocos vecinos que pasan evitan acercarse a ella; algunos incluso cruzan a la vereda de enfrente. No es por su aspecto ruinoso, sino por la terrible y sangrienta historia que la rodea.

Hace menos de diez años se terminó de construir esta casa. Una familia humilde vivía allí: un matrimonio y dos niñas de siete y ocho años. Lo que les sucedió fue un horror indescriptible.

Una noche de invierno de 2005, los vecinos llamaron a la policía alarmados por extraños ruidos y gritos que provenían de la casa.

Antonio: “Era una noche fría de septiembre. De repente, escuchamos el grito de la mujer, un grito desgarrador seguido de un disparo. Llamamos a la policía, pero tardaron como media hora en llegar. Para entonces, ya estaban todos muertos.”

Amanda: “Dicen que Marcos, el padre, llegó borracho esa noche y encontró a su esposa con otro. Perdió la cabeza y agarró una escopeta de dos cañones. Fue una masacre.”

El barrio entero se vio conmocionado por la tragedia. Aquella mañana, la familia fue retirada de la casa: todos habían sido asesinados. Marcos disparó a su esposa y a sus hijas, y luego se ahorcó en el patio.

Aurelia: “Esa noche se oían ruidos espantosos y una voz extraña, grave, gritando en un idioma desconocido. Luego vino la matanza. Aún tengo pesadillas con lo que vi: los ojos de Marcos hinchados, su lengua sobresaliendo de su boca mientras se balanceaba en la soga.”

Mirta: “Esa noche estaba cerrando mi negocio cuando escuché los gritos. Las chicas gritaban desesperadas. Lo único raro fue esa voz masculina, fuerte, pero no pude entender lo que decía.”

El barrio no tardó en generar teorías: algunos hablaban de un amante, otros de una deuda imposible de pagar o de drogas. Incluso se mencionaba un pacto con el Diablo.

Diez años después, la casa sigue deshabitada. Solo fue ocupada una vez desde la tragedia, pero los inquilinos la abandonaron poco tiempo después.

Lo sobrenatural parece improbable. Todo apunta a una crisis de ira o locura. Sin embargo, dos testigos aseguran haber escuchado una voz extraña y poderosa, lo que inclina la balanza hacia la posibilidad de una intervención no humana.

¿Podría alguna entidad haber poseído a Marcos, llevándolo a cometer tal atrocidad?

La respuesta sigue siendo un misterio. La familia era tranquila y amorosa. Todo quedó destruido en una sola noche oscura y macabra.

El ambiente se siente pesado. Apoyo mi mano en las rejas despintadas y miro hacia las ventanas cubiertas por cortinas viejas. El aire se vuelve denso y frío. Me aparto de la casa, listo para irme. De repente, una sensación de ser observado me invade. Miro de reojo hacia la casa. Todo parece normal, excepto por esa sombra que, por un instante, creí ver moverse entre las cortinas.

La realidad de lo que sucedió esa noche se diluye en el misterio. Me alejo, dejando la historia inconclusa.