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Lunes, 10 de Marzo del 2025

ESPÍRITUS EN EL SANATORIO - RELATO PARANORMAL

ESPÍRITUS EN EL SANATORIO - RELATO PARANORMAL

Érika me observaba desde el otro lado del monitor a través de su webcam. Recién llegada de su turno, aún vestía su uniforme, y las ojeras en sus ojos delataban el cansancio acumulado tras un día corriendo desde la madrugada. Aunque ya me había adelantado parte de su relato por correo electrónico, su experiencia despertó en mí una inmensa curiosidad.

No es de extrañarse que en lugares donde la gente nace y muere continuamente, sucedan hechos inexplicables. Sanatorios, hospitales e incluso salas de primeros auxilios son escenarios propicios para que espíritus y entidades, que no pudieron ascender a su nueva existencia, se manifiesten en este plano.

Según me contó Érika, quien trabaja en el área de maestranza de un sanatorio del Barrio de Colegiales, hace algunos años ocurrió una tragedia en el quinto piso, donde se encontraban las instalaciones de pediatría y neonatología. Una pequeña infante, apenas de cinco años, sucumbió a un cáncer implacable, dejando a una familia destrozada y sumida en la desesperación.

A raíz de aquel dolor, muchas noches alrededor de la medianoche se oían ruidos extraños en ese sector del edificio: pisadas apresuradas y suaves, como las de un niño o una pequeña jugando en los pasillos; cajones que se abrían por arte de magia; e incluso, en turnos nocturnos, algunas mucamas y enfermeras reportaban escuchar una risa infantil proveniente de las habitaciones vacías.

A pesar de múltiples intentos, ninguna cámara de seguridad pudo capturar la imagen de esta entidad. Solo unos pocos empleados conocen sus secretos: aquellos que cada mañana encuentran cajones que la noche anterior estaban cerrados, que han oído pisadas en pasillos desiertos o esa risa de niña en los internos. Son quienes, día tras día, se enfrentan cara a cara con la mismísima muerte.

La entrevista fue breve y extraña. Personalmente, no soy partidario de dejar un relato a merced de simples pulsos eléctricos que transforman ceros y unos en rostros o voces en una pantalla; sin embargo, agradecí la buena disposición de Érika al compartir conmigo parte de su tiempo aquella madrugada.

Tras escuchar su vivencia, no pude evitar investigar sobre las apariciones y los sonidos que se producen en recintos donde la parca ejerce su labor diaria. Los hallazgos fueron tan curiosos como escalofriantes: hay mucho por descubrir, por explorar, por cuestionar y, sobre todo, por sacar a la luz.

Muchas gracias, Érika, por todo lo aportado y compartido.